Escrito por Milto d´león
Escribimos este artículo al cierre de esta revista motivados centralmente por lo que ha venido conmocionando a los trabajadores del país: el asesinato de cuatro obreros por sicariato patronal y dos por represión policial, de luchas obreras importantes, en un poco más de cinco meses. Y lo hacemos mientras impulsamos una gran campaña nacional e internacional exigiendo juicio y castigo a los asesinos, y poniendo todos los esfuerzos posibles para construir un verdadero movimiento real, democrático, de activistas, de organizaciones sindicales, organismos de derechos humanos, intelectuales, artistas, centros de estudiantes, etc. para darle un freno a esta ofensiva patronal. Se trata de una necesidad urgente del movimiento obrero venezolano parar esta escalada violenta contra los trabajadores, ya que si se dejan pasar estos hechos podemos enrumbarnos peligrosamente hacia un escenario nacional de proscripción y silenciamiento, por la fuerza, de la legítima protesta y lucha de los trabajadores por sus reivindicaciones. Las muertes de dirigentes obreros, implica que estamos frente a un problema muy delicado y crucial del proceso político que se viene desarrollando en el país, que tendrá consecuencias directas sobre la vanguardia obrera.
Los recientes anuncios de “nacionalizaciones” de Chávez en parte importante del sector del hierro, ampliando su control en la cadena de producción ferrosiderúrgica, se han transformado en un nuevo hecho político. Las empresas Matesi, Comsigua (Complejo Siderúrgico Guayana), Orinoco Irons, Venezolana de Prerreducidos Caroní (Vemprecar), todas productoras de briquetas (conglomerado de hierro para la producción del acero), junto a Cerámicas Carabobo, de ladrillos refractarios, y Tavsa, de tubos sin costura, todas ubicadas en la región industrial de Ciudad Guayana, fueron afectadas por el anuncio de Chávez del pasado jueves 21 de mayo. Es de destacar que tanto en Matesi y en Tavsa el capital accionario mayoritario es Ternium (de Grupo Techint), y en Consigua dicho grupo mantiene acciones minoritarias. Además, casi todas las empresas afectadas por el anuncio venían con crecientes conflictos obreros como Matesi y Tavsa, mientras Carámicas Carabobo estaba ocupada por sus trabajadores desde hace seis meses.
El gobierno ya ha sido claro en que se pagará por las acciones de las empresas para tener el capital mayoritario, tal como lo hizo con las transnacionales (socias con 40%) en la Faja del Orinoco, la compra a nivel de mercado de CANTV (telecomunicaciones), Elencar y otras (electricidad), así como el desembolso de 819 millones por las cementeras de las transnacionales Holcim y Lafarge y la compra recientemente finiquitada por 1.970 millones de dólares de la propia Sidor, luego del anuncio de la compra del Banco de Venezuela (privatizado en los ‘90) por 1.050 millones de dólares, cifra a la que se añaden, 304 millones de dólares que la entidad española llevará consigo como ganancias por la gestión de semestres anteriores.
Chávez anunció hace algunos meses la adquisición de una de las plantas de alimentos de Cargill, y hace un mes el pase a control de PDVSA de 76 empresas de servicios petroleros. Como hemos venido insistiendo, Chávez lo que viene realizando no es más que una compra directa de lo que él llama “soberanía nacional”, con un flujo de miles de millones de dólares para los pulpos internacionales, cuando todas estas empresas deberían ser expropiadas sin indemnización alguna. Justamente cuando las propias estadísticas del Banco Central indican que en los últimos seis meses las importaciones superan en 5 mil 166 millones a las exportaciones y el país arrastra, en promedio, un déficit de 861 millones de dólares al mes, desajuste no vivido en los últimos doce años. Pagar por las empresas no es más que aumentar la sangría de dinero, por lo que deberían ser confiscadas directamente y pasar al control directo de los trabajadores, y utilizar todo ese potencial y capital para las necesidades urgentes de la población que ve caer su nivel de vida y el aumento del desempleo producto de los propios ajustes del gobierno.
EN LA BÚSQUEDA DE RECUPERACIÓN DE FUERZAS
El gobierno de Chávez venía cruzado por una fuerte debilidad estratégica signada por sus contradicciones estructurales, y tuvo su punto decisivo en la derrota del 2 de diciembre de 20071. Afirmábamos en ese entonces que se abría una “crisis de autoridad” de Chávez entre sectores importantes del movimiento de masas, y enfatizábamos que se comenzaba a debilitar el “consentimiento” del que había venido gozando entre los trabajadores y las grandes masas populares, abriéndose así una fuerte crisis estructural, en el sentido estratégico, y no sólo ocasional, expresándose ya en síntomas de agotamiento político. Pero, luego del triunfo del referéndum del 15 de febrero, el gobierno nacional de Chávez logra una cierta recomposición temporal que aprovecha para recuperar su control sobre las masas y el movimiento obrero en particular.
Este artículo se centra en la recomposición objetiva y de elementos de subjetividad del movimiento obrero, así también en las políticas de Chávez y de la patronal hacia éste. Los nuevos anuncios de Chávez de pasar al control de la órbita del Estado otro conjunto de empresas menores, pero funcionales a las industrias estratégicas, es una muestra de su recuperación parcial. Como era deesperarse, todas las asociaciones patronales y la oposición de derecha pusieron el grito en el cielo frente a las nuevas medidas, alarma que no dieron ni siquiera los empresarios españoles que salieron contentos con lo negociado con Venezuela, e incluso Moratinos, del gobierno español, que se dio por muy satisfecho. Aunque se especule mucho sobre las reales intenciones del gobierno de Chávez al avanzar sobre estas empresas, como por ejemplo, y sobre todo por la merma de ingresos de dólares por la caída del precio del petróleo, patear para adelante los compromisos con muchas empresas, sobre todo del sector petrolero, lo que sí es cierto es que Chávez intenta reposicionarse sobre sectores más claves de la economía nacional (los propios abogados de las empresas afectadas recomendaron que se les aplique la Ley de Expropiaciones para mejores plazos y precios
2). Es notorio que Chávez ha logrado recuperarse, no sólo por lo que indican las encuestas, con casi un 60% de aprobación al momento, sino porque la oposición de derecha ha perdido la ofensiva que manifestaba luego del 2 de diciembre, mostrando incluso poca capacidad de articulación cuando se dio elcaso del alcalde de Maracaibo, Manuel Rosales, que frente al peligro de ser llevado a juicio por acusación de corrupción, optó por refugiarse en Perú al ver que no le daban las fuerzas para hacer un frente interno. En este sentido es que observamos también una necesidad del gobierno en avanzar, por un lado, en un control mayor del movimiento obrero, y por el otro, buscar un disciplinamiento hacia aquellos sectores que vienen llevando adelante luchas más radicalizadas levantando demandas más allá de los límites que quiere imponer su proyecto político. De esto último queremos dar cuenta centralmente en este artículo: qué es lo que pasa en el movimiento obrero y cuáles son las políticas hacia éste, tanto desde la patronal como desde el gobierno.
1 Es la primera derrota electoral de Chávez en nueve años de sucesivas consultas electorales, derrotado por la abstención de casi 3 millones de sus electores que en 2006 lo habían votado para presidente, una defección de votos concentrada mayoritariamente en zonas de alta concentración urbana y composición proletaria de la población.
RECOMPOSICIÓN OBJETIVA Y EMERGENCIA DE UN NUEVO MOVIMIENTO OBRERO
Como hemos venido sosteniendo, desde hace décadas no se había visto surgir el movimiento obrero venezolano, tal como lo hemos observado en los últimos dos años. Hemos presenciado su emergencia y recomposición social, que tuvo como punto de arranque la decidida lucha política que llevaron a cabo los trabajadores de Sanitarios Maracay, y un claro punto de inflexión en el triunfo de los obreros sidoristas en 2008 con la “nacionalización” de la empresa tras su larga lucha. Si bien ya en 2003 habíamos observado ocupaciones de refinerías donde los trabajadores ejercieron control obrero durante algunos meses para hacer frente al paro-saboteo patronal, como así también otros procesos de lucha en diversas empresas
3, en los últimos dos años presenciamos un proceso no visto desde hace décadas. Venezuela se caracterizó por la emergencia de los sectores más pobres desde mediados de los años ‘80, cuya lucha más emblemática fue el Caracazo, haciéndose famosa la expresión “cuando los cerros bajaron” para hacer referencia a las decididas luchas populares. La rebelión de 27 y 28 de febrero de 1989, que abrió una nueva etapa histórica en el país, fue fundamentalmente una acción popular, donde los trabajadores participaron como uno más dentro del todo popular, sin mayor diferenciación. Otro tanto ocurrió con la otra rebelión de estas dos décadas de renovada lucha de clases, la del 13 de abril de 2002 que trajo de vuelta a Chávez al gobierno después del golpe de Estado de la derecha y el imperialismo, donde la clase trabajadora estuvo participando diluida dentro del conjunto del pueblo. Cuando la lucha comenzó a trasladarse directamente al terreno de la producción, como en el paro patronal y paro-sabotaje petrolero de 2002-2003, comenzó a cambiar un poco este escenario, pues la ubicación objetiva de la clase obrera en este ámbito le hizo jugar un papel importante en la lucha contra este nuevo intento de la reacción.
El apoyo popular, “cuando los cerros una vez más bajaron”, fue clave en esta lucha, pero es bastante probable que si los trabajadores en general, y los petroleros muy en particular, no hubiesen estado decididamente contra esta arremetida de la burguesía opositora y el imperialismo, esta hubiese triunfado.
2 El Universal, 23/04/2009.
Pero desde hace un poco más de dos años asistimos a un proceso de recomposición de la clase obrera vitalizado no sólo por la nueva oleada de conflictos sino centralmente por sus nuevas formas y métodos de lucha en sectores de vanguardia, como así también por el carácter de sus demandas. El dinamismo en el seno del movimiento obrero ha pasado a ser un elemento más destacado de la realidad nacional, en medio de una recomposición social al calor del crecimiento económico, y también originando nuevos elementos de subjetividad obrera en pequeños sectores. El gobierno de Chávez aún hoy no logra un control seguro de este movimiento y, al contrario, comienza a hacerle frente con “mano dura” a los sectores que se salen de los patrones establecidos por él mismo; por su parte, también la patronal privada comienza a responder con políticas criminales directas, como el sicariato, ante las luchas más duras. Esta emergencia obrera tiene por base el crecimiento económico de los últimos años. El movimiento obrero ha visto crecer sus fuerzas sociales, sobrepasando más de 8.085.725 de asalariados a finales de 2008 (70% de la población ocupada), con 3 Nos referimos a ocupaciones de varias empresas ante el cierre por “quiebra” después del paro-sabotaje patronal como la Constructora Nacional de Válvulas, Venepal, Industrial de Perfumes, Textiles Fénix, Sel-Fex, siendo que en dos de las cuales, ante la persistencia obrera y su importancia, el gobierno se vio obligado a nacionalizarlas.
un desempleo promedio de 7% en el último año según estadísticas oficiales, aunque son cifras que no discriminan empleo precario, desempleo oculto y otras formas de ocupación que tienden a bajar estos índices.
Como en toda América Latina, la ofensiva neoliberal había golpeado duramente a los trabajadores venezolanos con el desempleo y la precarización; las privatizaciones y el desmantelamiento de parte del aparato productivo, vinieron a reducir un poco el peso social objetivo de la clase, viendo crecer más la “economía informal” (cuentapropistas, buhoneros). Sin embargo, desde 2004 para acá, la economía nacional vino creciendo a grandes pasos, llegando a ostentar el crecimiento más alto de la región, acumulando 21 trimestres consecutivos de crecimiento. Esto ha impulsado el crecimiento de la población asalariada, aún cuando en su mayoría se trata de trabajo precario (contratados, tercerizados, sin previsión social) y que, al ver la cifra de desempleo por sector social, se siga observando que entre los pobres sigue siendo un azote esta situación: de acuerdo con los últimos números, para inicios del año, la mitad de los asalariados y asalariadas no tenía acceso a la previsión social4 (vacaciones, paro forzoso, prestaciones por maternidad, accidentes laborales, enfermedades ocupacionales, incapacidad temporal o permanente, etc.); así mismo, mientras en 2007 el desempleo global era de 7,5%, en los sectores más pobres la cifra llegaba a 17,8%. Este crecimiento social de los asalariados, marcado por un aumento numérico junto a la precarización, son las bases objetivas de estos procesos de lucha que se vienen gestando. Que aún no aparezca con fuerza la voz obrera en la vida nacional, no oculta el hecho de su indiscutible peso social.
NUEVOS ELEMENTOS DE RECOMPOSICIÓN SUBJETIVA
En este surgir del proceso de recomposición social y de importantes luchas obreras, observamos que comienzan a expresarse nuevos elementos de subjetividad obrera. En este marco podemos afirmar que el momento de mayor radicalidad en estos dos años lo marcó sin duda la gestión obrera en la fábrica Sanitarios Maracay, a finales de 2006. Como concluían los propios obreros, ante las opciones patronales de seguir funcionando bajo condiciones viles de superexplotación o cerrar la empresa, los trabajadores dieron otra alternativa: mantener la empresa funcionando bajo su control. Durante nueve meses los trabajadores mantuvieron la empresa produciendo bajo su propia administración, funcionando en base a la democracia obrera, con un Comité de Fábrica electo en asamblea y revocable ante la misma, bregando contra la oposición no sólo patronal sino también del gobierno, y contra el boicot legal y económico propio del capitalismo contra estas experiencias. Esta vez no ocurrió que los obreros tomaron la empresa y esperaron a que el gobierno actuara, sino que ofensivamente tomaron en sus manos la empresa para demostrar cómo se puede producir sin patrón, garantizando la fuente de trabajo y el ingreso. Fue tanto el impacto de la experiencia, que se hizo “común” en el estado Aragua (y regiones obreras vecinas) la ocupación de la empresa, aunque fuera temporalmente, ante conflictos duros con lapatronal, incluso llegando a haber casos en que los trabajadores amenazaron a los patrones con que “vamos a hacer como en Sanitarios Maracay” si no atiendían sus demandas. La “Santa Alianza” del gobierno con el empresario, con represión mediante, contribuyó enormemente al retroceso de esta experiencia que, sin embargo, ya constituye un importante hito en la lucha obrera nacional, un “jalón de conciencia” obrera en una lucha anticapitalista.
48,95% es el porcentaje de asalariados cubiertos por la previsión social, pues mientras el total se ubicaba en diciembre en 8.085.725, el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) sólo cubre a 3.958.446. Si a esa cifra le sumáramos los trabajadores por cuenta propia no profesionales, que son 3.556.386, la cobertura del seguro social solo alcanzaría al 34%. Datos de la Encuentra de Hogares por Muestreo del mes de diciembre de 2008, del Instituto Nacional de Estadísticas (INE) y del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS) en su página web, www.ivss.gov.ve.
En otro plano, asistimos a la lucha de los trabajadores siderúrgicos de Sidor (Siderúrgica del Orinoco) por el contrato colectivo y contra la transnacional Techint, que se había hecho con el control de la empresa en la ofensiva neoliberal de los ‘90. Mediante movilizaciones de calle y paros que a menudo le eran impuestos de hecho por la base a la burocracia, el empuje de los trabajadores venció las maniobras del gobierno que auxiliaba a la empresa (silenciamiento mediático o calumnias para desprestigiar la lucha, referéndum tramposo para levantar los paros, “mesa de alto nivel” con poder resolutorio en el destino del conflicto, represión ensañada de la policía regional y la Guardia Nacional Bolivariana), con lo que obligaron a la salida de la transnacional mediante la decisión del gobierno de “expropiarla”, así como el contrato colectivo que exigían. Aunque recientemente el gobierno ha acordado “indemnizar” a Techint, nada más ni nada menos que con 1.970 millones de dólares por el 59,7% de las acciones. En la lucha de Sidor jugaron también un papel destacado los tercerizados, que constituyen la mayoría de los trabajadores de la empresa, unos 8 mil, exigiendo su pase a planta, lo que fue levantado también como exigencia durante el conflicto.
Esta última demanda fue negada de plano por el gobierno apenas asumió el control, y continúa siendo motivo de luchas parciales. En este caso, los jalones importantes de subjetividad estuvieron dados por la base, que a pesar de la alta influencia del chavismo, iban más allá de los límites que intentó imponerle el propio Chávez, y que se expresaron luego del proceso de nacionalización en que, en áreas importantes de Sidor, surgieron comités por la base, que llegaron a elegir sus representantes incluso tuvieron la osadía de nombrar a sus propios jefes. Este proceso fue truncado por al empresa, con la colaboración explícita de la directiva sindical que se transformó en un brazo directo del gobierno en la planta.
En el caso más reciente, el de Mitsubishi Motors, el conflicto se desató por el despido de más de 130 tercerizados; mediante la unidad de trabajadores fijos y de la contratista, se votó en asamblea parar y ocupar la empresa hasta tanto fueran incorporados los compañeros a la nómina de la empresa, además de algunas otras reivindicaciones. Para parar este proceso el gobierno, por el temor a que se generalizara, no anduvo con medias tintas. Pero también, como se sabe, por los acuerdos del gobierno nacional con el gobierno de Japón y la corporación Mitsubishi para la explotación de hidrocarburos.
Esta lucha fue duramente reprimida con el saldo de dos obreros muertos en un intento de desalojo, tras lo cual siguió aún la intimidación gubernamental, amenazando con declarar ilegal la toma de la empresa. Sin embargo, a pesar del retroceso y la gran impunidad reinante hacia los responsables de las muertes obreras –tanto la empresa como el gobernador chavista Tarek William Saab– se impidieron por el momento la gran mayoría de los despidos.
En todos estos casos, estamos hablando de trabajadores que en su gran mayoría entran en la arena de lucha siendo chavistas, con expectativas en que el gobierno les dará respaldo, y producto del proceso mismo de lucha, pequeños sectores de los mismos comienzan a despegarse políticamente del gobierno y a ser más proclives a una política de independencia de clase. Siendo incluso que a veces, como en Sanitarios Maracay, la acción va por delante de la conciencia, pues sin proponérselo aún conscientemente terminaban desarrollando una genuina lucha anticapitalista y antigubernamental, que decanta luego en una enorme ganancia en cuanto a experiencia política con el gobierno y subjetividad obrera, al punto que lleva a los trabajadores de la empresa a decir, ante el cuestionamiento estúpido de si su lucha está contra el gobierno, que “el problema no es si estamos o no con el gobierno, la pregunta es si el gobierno está con nosotros”.
CHÁVEZ Y EL MOVIMIENTO OBRERO
Aunque es indiscutible el liderazgo de masas que arrastró Chávez en todos los sectores obreros, populares y campesinos del país durante todos estos años, incluso hoy, su relación con éstos pasa centralmente por la figura directa del presidente, pero no cuenta con sólidos aparatos dentro del movimiento obrero. En los sectores populares, Chávez ha podido hacerse de un control más seguro a través de diversos dispositivos asistenciales y de organizaciones atadas al gobierno, y en el movimiento campesino, han decantado dos o tres federaciones principales que se mantienen en lo fundamental bajo la disciplina del gobierno. Sin embargo, la ausencia de una relación más orgánica vía grandes aparatos sindicales entre Chávez y el movimiento obrero es una deficiencia que ha venido arrastrando en todo su gobierno, y que en los últimos años, al calor de la lucha obrera, se expresa con más claridad.
Chávez intentó avanzar en un control mayor después de fracasarle otras políticas ensayadas como el disciplinamiento de la UNT, que surgió burocráticamente pero estalló en mayo de 2006 por sus contradicciones internas. “¿Qué es eso de sindicatos autónomos? Los sindicatos no pueden ser autónomos del gobierno y del partido”, esgrimió Chávez a principios de 2007.
Chávez intentó avanzar en eliminar la autonomía de las organizaciones sindicales, sin embargo, esta política le fracasó a finales de 2007 con la derrotada reforma constitucional, donde se incluían los denominados “consejos de trabajadores”, como mecanismo de un control directo, intentando saltar los sindicatos. Como puede observarse, mucho le cuesta a Chávez logar una relación orgánica con el movimiento obrero vía los sindicatos como la que tuvieron regímenes bonapartistas sui generis de izquierda como el de Cárdenas en México o el de Perón en Argentina, estando muy lejos de obtener un control y una disciplina comparables. Desde los “frentes constituyentes”, los “círculos bolivarianos”, la UNT, “consejos de trabajadores”, y ahora el “Frente de Trabajadores Socialitas” del PSUV, Chávez no ha logrado una relación más segura con el movimiento obrero en términos de aparato.
Hoy, fortalecido por nuevas victorias electorales, como la del 15 de febrero, Chávez vuelve ofensivamente a intentar disciplinar a los sectores más radicalizados del movimiento obrero (por sus métodos y demandas) y hacerse de un aparato sindical mejor anclado, pero con la diferencia de que estamos en presencia de una incipiente emergencia obrera y, además, en medio de una crisis económica internacional profunda que cuando aún no pega con fuerza en el país, amenaza con causar grandes problemas económicos y sociales.
LA PATRONAL, CHÁVEZ Y LAS LUCHAS OBRERAS
La patronal se ha percatado de la emergencia del movimiento obrero que describimos. Y ha comenzado a responder duramente. Así hay cada vez una mayor tendencia a la utilización del sicariato patronal para dirimir conflictos obreros o atacar sindicatos, lo que tuvo su momento más emblemático en el asesinato de los tres dirigentes obreros clasistas de Aragua, crimen frente al cual el gobierno se terminó haciendo el desentendido, al que ahora se suma el asesinato del secretario de organización del Sindicato de la Toyota. Desde el gobierno también se percibió la emergencia del movimiento obrero con sus nuevas características y dinámica y vienen intentando cortarlo de cuajo con duros escarmientos sobre los trabajadores. Chávez busca hacerlo recurriendo al aparato estatal, como mostró claramente la represión y el asesinato de dos obreros de Mitsubishi a manos de la policía de un gobernador chavista. Los seis asesinatos obreros durante los últimos cinco meses cobran una particularidad: en sus luchas todos cuestionan la propiedad privada, tienen el elemento en común que todas son en empresas privadas nacionales o transnacionales; se ejecuta allí donde la subjetividad obrera tiende a avanzar más, y donde la lucha tiende a ser más radicalizada.
Y coinciden también en que se dan en dos regiones de concentración obrera, y sobre todo, en el marco de la emergencia de luchas. Partido Socialista Unido de Venezuela, partido en el que llamó Chávez a unificarse a su movimiento a finales de 2006, dejando atrás al Movimiento V República, que fue el partido de Chávez y principal aparato electoral y de gobierno del chavismo desde 1998.
En este sentido el “giro” que viene ejecutando Chávez hacia los trabajadores implica ahora dos aspectos: de un lado, golpear a las luchas más radicalizadas buscando disciplinar a la vanguardia obrera, y aislando a los sectores que no se sostengan en los límites establecidos por su proyecto de “socialismo” con empresarios; y por el otro, la ofensiva con su “Frente de Trabajadores Socialistas”, a cuyos sindicatos y federaciones ubica como únicos negociadores legítimos, concretando contratos colectivos y “otorgando” beneficios solo a través de éstos, al tiempo que cínicamente insiste ahora en público en que “el partido y el gobierno no deben controlar los sindicatos”, planteando nuevamente la idea de los “consejos obreros”, que se proponen imponer en la nueva ley Orgánica del Trabajo (que no es más que otra manera de maniatar a los trabajadores bajo la figura directa del Presidente).
En el caso de la represión en la Mitsubishi, es la primera vez que se recurre para el disciplinamiento a las fuerzas de represión del Estado para hacerle frente a un conflicto obrero bajo la autorización legal de instituciones estatales. Aunque ya lo había ensayado con la represión a los trabajadores de Sanitarios Maracay, esta vez el saldo sangriento de los dos obreros marcó un cambio cualitativo, y que estaba “amparado” por el dictamen de orden de cumplimiento de una jueza y ejecutada por la policía.
Decenas de trabajadores y trabajadoras –casi un centenar según organizaciones de derechos humanos– se encuentran con juicios en curso, o han quedado bajo régimen de presentación ante los tribunales a causa de su participación en alguna lucha por sus derechos. En el caso de los paros, vimos el sector de los maestros y maestras como se conjugan estos brazos de la estrategia oficial: la burocracia ligada a la CTV llamó a paro por el contrato; el gobierno amenazó a los maestros no titulares con negarles la titularidad si acataban el paro, usó la intimidación de las Zonas Educativas y algunos Consejos Comunales para que se reanudaran las clases; amenazó a través de sus organizaciones estudiantiles con acusar judicialmente a los sindicatos convocantes del paro, y semanas después, sólo con sus federaciones afines, firmó el contrato colectivo acordando algunas de las reivindicaciones exigidas, entre estas el aumento de salario. También en Guayana se observa esta política, de manera que Chávez amenaza con militarizar las empresas estatales donde los trabajadores vayan a huelga e indica a los organismos de inteligencia para que actúen contra los dirigentes sindicales, coordina políticas laborales con las gerencias de las empresas y los sindicalistas del “Frente Socialista”, obviando a la representación sindical no afín al gobierno. El desconocimiento del contrato de los trabajadores del Metro de Caracas fue posible con estas “advertencias” de Chávez y la “persuasión” de los cuerpos de inteligencia a la propia burocracia afín al gobierno, pero “autónoma” sindicalmente.
Si bien creemos que no existe coordinación alguna entre el sicariato patronal y las represiones oficiales, lo que es cierto es que los asesinatos, tanto por sicariato o no, coinciden en un momento político determinado de las luchas obreras. Esto da la impresión, que objetivamente, tienden a coincidir en un claro objetivo: quebrar, doblegar, escarmentar, disciplinar a la vanguardia obrera. En ninguno de los otros conflictos sindicales que se desarrollan en el país hay grandes represiones, ni mucho menos muertos, esto da a entender, que por lo menos desde el gobierno, es una política pensada para golpear en la espina dorsal de las actuales luchas en curso desde el punto de vista subjetivo, de las vanguardias más radicales.
Vemos que hay represión “a la medida de la lucha”, es decir, mientras más firme es la lucha, más dura es la respuesta represiva. La gran necesidad de Chávez es disciplinar a los trabajadores escarmentando a su vanguardia. En esta línea política, el gobierno está maniobrando en casi todos los sectores donde tiene un rol patronal para no discutir las contrataciones colectivas vencidas, retrasar el cumplimiento de las ya aprobadas, echar para atrás las que no le convienen (como ocurrió el Metro de Caracas donde se usó la persuasión y hasta la utilización de los servicios de inteligencia) o ningunear las demandas laborales (como la exigencia de los miles de tercerizados de Sidor de pasar a nómina). Son numerosas las tácticas del gobierno para lograr su cometido: discusión sólo con las burocracias sindicales subordinadas al gobierno, persecución laboral y judicial contra los que luchan, hasta las propias amenazas de Chávez y los cuerpos de inteligencia, y la represión directa, con asesinatos obreros de por medio, como en Mitsubishi. Un reciente documento que se filtró del gobierno se delinea una política que parece querer avanzar esta vez en hacerse de una correlación de fuerzas más sólida (estructuras, instituciones) en el movimiento obrero. Esto tiene como correlato buscar un gobierno blindado frente a las presiones sociales y obreras, e intentar tener las manos libres para maniobrar en el marco de la crisis económica, como se expresa con las medidas económicas.
Al momento, el sicariato es un juego propio de empresarios y terratenientes, sin la venia del gobierno, aunque la escalada represiva oficial alienta un clima de impunidad patronal que en última instancia fortalece este método. Por el momento no es política del gobierno recurrir a estos elementos o a la utilización de grupos fascistoides contra los trabajadores, ya que más allá de esta recomposición de la clase trabajadora, no estamos frente a un auge obrero como tampoco frente a una radicalización política generalizada. Para escarmentar a la vanguardia obrera, cuando el gobierno lo cree necesario, éste tiene margen para utilizar sus propias fuerzas represivas, amparado bajo mandato “legal”, como en el caso de Mitsubishi, o directamente bajo órdenes de altos funcionarios del gobierno estadual o nacional, como en Sanitarios Maracay y Sidor en la lucha por la nacionalización.
UN POTENCIAL DISPERSO POR LA POLÍTICA DE LA BUROCRACIA Y EL PAPEL OSCILANTE DE LA DIRECCIÓN DE LA C-CURA
Aún cuando es un hecho que la mayoría de los trabajadores siguen siendo chavistas, el movimiento obrero venezolano se encuentra ante un importante proceso de emergencia de luchas, con métodos ofensivos, elementos de subjetividad en algunos sectores, y la política dura de las patronales y el gobierno por disciplinar estas expresiones, con una crisis económica profunda en ciernes. Como hemos visto en los últimos meses, la posición patronal de mano dura con las luchas más radicalizadas ha llegado a cobrarse la vida de seis trabajadores en lucha. No sólo la gran cantidad de luchas salariales y reivindicativas resaltan, como no se veía por lo menos desde el último gobierno del puntofijismo antes de Chávez, sino que vemos cómo métodos como la ocupación de las empresas se hacen comunes, así como la misma demanda ofensiva de incorporación a planta de los tercerizados (que luego de Sidor, fue incorporada por un sector de los trabajadores eléctricos –aunque sin mucha fuerza– y por los de Mitsubishi).
Pero este proceso no es automático. La crisis económica mundial y esta nueva ofensiva del gobierno por disciplinar y controlar las luchas de la clase trabajadora en los estrechos límites convenientes a su “desarrollo nacional” con empresarios nacionales y hasta transnacionales, así como la represión no oficial de los capitalistas privados, encuentran a los trabajadores y trabajadoras con una cierta recomposición de sus fuerzas, no sólo estructuralmente sino también a nivel de disposición a la lucha y nuevos métodos; pero es un proceso con enorme dispersión, y teniendo al frente sectores burocráticos. Esto facilita los planes capitalistas y del gobierno.
Es necesario comenzar a dar pasos claros y firmes para superar esta gran dispersión de las fuerzas y las luchas que sólo puede facilitar los planes patronales y del gobierno de dar golpes duros y derrotar a los sectores que se muestren más aguerridos, junto a la cooptación de otros mediante los concesiones a través del aparato sindical del gobierno, debilitando mucho las fuerzas de la clase para hacer frente a la crisis capitalistas en curso y los grandes desafíos que de seguro le deparará en los próximos años. La gran potencialidad obrera que hoy se encuentra dispersa debe ser transformada en realidad mediante encuentros de base por rama de industria, regionales y nacionales, que agrupen a los delegados y delegadas de los que luchan, que tome resoluciones y orientaciones en asambleas en los lugares de trabajo y en los encuentros, que vote planes de lucha y movilización comunes, y vaya soldando de esta manera una fuerte unidad obrera y, sobre todo, cosechando victorias contra los planes patronales y gubernamentales, para mostrar el camino a seguir y mostrar que la unidad y la fuerza obrera pueden hacer que la crisis la paguen los capitalistas y no los trabajadores y el pueblo pobre.
Para esto es imprescindible una lucha decisiva contra la burocracia sindical, ésta sea ligada al gobierno o a la patronal directamente.
Lamentablemente, esta política no es desarrollada por los compañeros que dirigen la C-CURA6, centralmente del compañero Orlando Chirino, que han tomando un camino completamente equivocado al formar un frente sindical denominado “Solidaridad Laboral” con sectores desprendidos de la rancia burocracia de la CTV, que por acción u omisión estuvieron del lado de la reacción patronal y proimperialista en los intentos de golpes contra Chávez, y que tienen una clara política burguesa de “defensa de la propiedad privada”7, mientras que demagógicamente posan de “defensores de los derechos laborales” en cuanto se encuentran enfrentados al gobierno. Estos sectores pro burgueses pretenden encaramarse sobre el descontento que se desarrolla entre franjas de trabajadores con Chávez, así como con la experiencia crítica que comienzan a hacer algunos, y el compañero Chirino y su organización (la USI8), lejos de contribuir a desmontar esta maniobra, se prestan para reflotarlos y que se laven la cara ante los trabajadores.
Los trabajadores en lucha, combativos y clasistas, los que derrotaron el parosabotaje de la reacción cuando estos burócratas estaban al otro lado de la barricada los que toman las empresas, los que hacen control obrero o le imponen paros a la burocracia, los que enfrentan el sicariato, los que enfrentan tanto los planes empresariales como los del gobierno y las trasnacionales, ¡nada tenemos que ver con esta gente, que solo quiere hacer de los trabajadores furgón de cola de proyectos burgueses reaccionarios! Nuevamente llamamos a los compañeros a corregir completamente esa orientación y sumar esfuerzos para que la C-CURA pueda convertirse en un referente nacional de unidad por la base, de coordinación en la lucha, antiburocrática, antigubernamental y anticapitalista, que luche por la movilización unificada y por la independencia política de la clase trabajadora frente a cualquier variante patronal.
LA LUCHA POR LA INDEPENDENCIA DE CLASE Y EL PARTIDO REVOLUCIONARIO
La crisis que apenas comienza a sentirse en el país, es de magnitudes históricas, y eso quiere decir que puede producir cambios de esas magnitudes a nivel de cada país o incluso del mundo, y es para eso que debemos prepararnos. En nuestro país, desde la rebelión del ‘89 para acá, hemos asistido a una nueva correlación de fuerzas histórica donde el imperialismo y la burguesía nacional no han podido gobernar a su antojo, debiendo lidiar con las exigencias y la resistencia de los trabajadores y el pueblo; el propio gobierno de Chávez es expresión de esto, pero la nueva situación que se abre con esta crisis removerá todo: ya no se podrá sostener esa situación y se polarizará mucho más la lucha de clases nacional, ahora más claramente entre explotadores y explotados; entre patrones y trabajadores; entre los empresarios, ricos y burócratas por un lado, y las masas trabajadores y pobres por el otro. O ellos cambian la correlación de fuerzas a su favor, imponiendo una fuerte derrota al conjunto de los trabajadores y el pueblo pobre, o nosotros resistimos y avanzamos en una correlación de fuerzas a nuestro favor, que no puede ser otra que una verdadera revolución social, que ponga el poder de la economía y del país en las manos de un gobierno de los trabajadores, campesinos y el pueblo pobre.
Al respecto, ver nuestra posición en En Clave Obrera nº 21 y “Así NO. Chirino y la USI: de la plataforma de ‘Solidaridad Laboral’ al acto del 29 de abril con la burocracia sindical”, en http://www.lts.org.ve/.Unidad Socialista de Izquierda.
Esta es la perspectiva que sostenemos los revolucionarios y revolucionarias de la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS), pero para un curso en este sentido es necesario que la clase obrera conquiste la más completa independencia política. Como explicaba Trotsky, para que una clase social llamada a jugar un papel revolucionario pueda cumplirlo, ésta debe haber conquistado antes los más altos niveles de independencia política con relación a las demás clases de la sociedad: en este caso, se trata de que el proletariado venezolano se reconozca como sujeto social diferenciado del resto de las clases, como eje central de la producción y la explotación de la sociedad capitalista semi-colonial del país, constituyéndose en sujeto político revolucionario, para encabezar una alianza revolucionaria antiimperialista y anticapitalista.
Pero para que la inmensa fuerza obrera pueda orientarse en este sentido, no bastan las grandes luchas y las gestas heroicas, sino que hace falta la construcción de una organización revolucionaria de los trabajadores, la principal, la más grande y fuerte clase productora y explotada en esta sociedad, que si orienta su lucha en sentido revolucionario tiene el poder de poner los grandes medios de producción en manos del pueblo. Sólo una organización que prepare conscientemente ese camino, donde los sectores más avanzados entre los trabajadores, la juventud y la intelectualidad revolucionaria se eduquen en esta perspectiva, puede conducir la lucha hacia este objetivo. Hemos visto con la rebelión popular del ‘89, con las jornadas del 13 de abril y cuando el paro-sabotaje petrolero, que la fuerza obrera y popular puede hacer grandes acciones sociales, pero sin una clara orientación revolucionaria no avanzan hasta convertirse en verdaderas revoluciones sociales, permitiendo que el gobierno administre estas victorias en beneficio de los pactos y acuerdos de su “socialismo” con empresarios y transnacionales, dejando intactas las fuerzas económicas y sociales de esta sociedad de explotación. Desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo (LTS) luchamos por forjar esa organización.
Caracas, 25 de Mayo de 2009
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