viernes, 14 de agosto de 2009
TODA UNA VIDA DE LUCHA: GRISELDA TIRADO EVANGELIO
Se pelea mientras hay por qué,
ya que puso la naturaleza
la necesidad de justicia en unas almas,
y en otras la de desconocerla y ofenderla.
Mientras la justicia no está conseguida,
se pelea.
José Martí
Faltaba para el amanecer, cuando la mujer abrió la puerta trasera de su casa. Un estruendo, de la penumbra una luz de fuego, un instante de incertidumbre y cayó herida de muerte.
Fue en la madrugada del 6 de agosto de 2003. Griselda Teresa Tirado Evangelio; la mujer, la abogada defensora de los derechos humanos, la maestra fundadora del Centro de Estudios Superiores Indígenas Kgoyom (CESIK) y de la Organización Independiente Totonaca (OIT), la incansable voz de l@s humildes, de indígenas marginad@s y discriminad@s por caciques, por los poderosos: caía asesinada.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio a los seis años de haber sido masacrada, no por un asesino solitario, sino por las fuerzas obscuras del poder político; es recordar que aún se vive en la injusticia, que la impunidad avanza cual sombra maligna por los caminos de Huehuetla, por la Sierra Mágica de los carteles publicitarios, que ocultan bajo la falacia de sonrisas sobre puestas de indígenas la sierra marginal, miserable y proscrita.
Su recuerdo nos obliga a reconocer que aún deambula la hegemonía cultural, política, económica y voraz por los barrios pobres de las ciudades, en las esquinas pulula el analfabetismo funcional, la resaca de la violencia de género, el estigma de la indiferencia; que bajo los puentes y coladeras duerme una infancia hambrienta, desnutrida, andrajosa, privada de los derechos sociales más ínfimos; que la injusticia vende chicles en los cruceros o hace malabares con bolas de fuego y manos mugrientas se extiende mendigando un centavo para comprar un sedante y olvidar el hambre, el frío o simplemente el estar vivo o viva.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio, es enfrentarnos a los mercenarios de la educación, a quienes ostenta la oficialidad de un sindicato magisterial que trafica bajo la mesa con los sueños, plazas docentes, puestos, ascensos y privilegios, y por las mañanas se da golpes de pecho frente a los medios de comunicación. Enmascarando su vileza, su corrupción, bajo una doble moral, doble vida, doble traición.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio, es recordar que no debemos claudicar, es abrirnos a escuchar las contradicciones, es comprender al otro o a la otra, es hablar con el naku en los labios y repetirlo tres veces.
Recordarla es creer en esta lucha por la Tierra, el Agua, la palabra, la enseñanza, el aprendizaje, la justicia, la paz, el amor. Y por amor infinito seguir, seguir sin desanimo, contra quien nos ofende, contra quien intenta dividirnos, contra quien nos miente, reprime y calumnia.
¿Cuántas vueltas ha dado la Tierra desde entonces? Qué importa, lo importante es que estamos aquí, con el puño levantado, gritando como estrategia pedagógica, leyendo, compartiendo con el hermano y la hermana, soñando con un mundo más humano, más justo, más amoroso.
Griselda Tirado Evangelio, vive entre nosotras y nosotros, marcha por las calles gritando consignas, levanta su puño, mira con futuro, siembra y nos acompaña en esta lucha, su lucha, nuestra lucha.
No un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha.
En el sexto aniversario luctuoso
Griselda sigue viva.
ya que puso la naturaleza
la necesidad de justicia en unas almas,
y en otras la de desconocerla y ofenderla.
Mientras la justicia no está conseguida,
se pelea.
José Martí
Faltaba para el amanecer, cuando la mujer abrió la puerta trasera de su casa. Un estruendo, de la penumbra una luz de fuego, un instante de incertidumbre y cayó herida de muerte.
Fue en la madrugada del 6 de agosto de 2003. Griselda Teresa Tirado Evangelio; la mujer, la abogada defensora de los derechos humanos, la maestra fundadora del Centro de Estudios Superiores Indígenas Kgoyom (CESIK) y de la Organización Independiente Totonaca (OIT), la incansable voz de l@s humildes, de indígenas marginad@s y discriminad@s por caciques, por los poderosos: caía asesinada.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio a los seis años de haber sido masacrada, no por un asesino solitario, sino por las fuerzas obscuras del poder político; es recordar que aún se vive en la injusticia, que la impunidad avanza cual sombra maligna por los caminos de Huehuetla, por la Sierra Mágica de los carteles publicitarios, que ocultan bajo la falacia de sonrisas sobre puestas de indígenas la sierra marginal, miserable y proscrita.
Su recuerdo nos obliga a reconocer que aún deambula la hegemonía cultural, política, económica y voraz por los barrios pobres de las ciudades, en las esquinas pulula el analfabetismo funcional, la resaca de la violencia de género, el estigma de la indiferencia; que bajo los puentes y coladeras duerme una infancia hambrienta, desnutrida, andrajosa, privada de los derechos sociales más ínfimos; que la injusticia vende chicles en los cruceros o hace malabares con bolas de fuego y manos mugrientas se extiende mendigando un centavo para comprar un sedante y olvidar el hambre, el frío o simplemente el estar vivo o viva.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio, es enfrentarnos a los mercenarios de la educación, a quienes ostenta la oficialidad de un sindicato magisterial que trafica bajo la mesa con los sueños, plazas docentes, puestos, ascensos y privilegios, y por las mañanas se da golpes de pecho frente a los medios de comunicación. Enmascarando su vileza, su corrupción, bajo una doble moral, doble vida, doble traición.
Recordar a Griselda Tirado Evangelio, es recordar que no debemos claudicar, es abrirnos a escuchar las contradicciones, es comprender al otro o a la otra, es hablar con el naku en los labios y repetirlo tres veces.
Recordarla es creer en esta lucha por la Tierra, el Agua, la palabra, la enseñanza, el aprendizaje, la justicia, la paz, el amor. Y por amor infinito seguir, seguir sin desanimo, contra quien nos ofende, contra quien intenta dividirnos, contra quien nos miente, reprime y calumnia.
¿Cuántas vueltas ha dado la Tierra desde entonces? Qué importa, lo importante es que estamos aquí, con el puño levantado, gritando como estrategia pedagógica, leyendo, compartiendo con el hermano y la hermana, soñando con un mundo más humano, más justo, más amoroso.
Griselda Tirado Evangelio, vive entre nosotras y nosotros, marcha por las calles gritando consignas, levanta su puño, mira con futuro, siembra y nos acompaña en esta lucha, su lucha, nuestra lucha.
No un minuto de silencio, sino toda una vida de lucha.
En el sexto aniversario luctuoso
Griselda sigue viva.
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