No podemos dejar de lado los acontecimientos que condicionaron elementos importantes de la actual diatriba. No pensamos en la continuidad histórica desde una perspectiva mecánica, sólo establecemos una visión de complejidad explicativa con pretensión de totalidad y con coherencia, considerando a las rupturas históricas, producto de las revoluciones, como importantísimos eventos correlativos. Lo más importante es conectar con responsabilidad histórica para sacar a la discusión sobre la universidad, la autonomía, la educación popular y el currículo de sus parcelas despolitizantes. La discusión sobre el Currículum Bolivariano es una discusión política donde se cifra la pugna de clases en torno a un elemento sensible de nuestro proceso: La Educación.
Segundo
Los términos “currículum” al igual que la noción de “clase”, como elementos del discurso escolar, tienen una génesis hermanada en la consolidación de la universidad como institución corporativa. Forzosamente tenemos que ubicarnos en el marco de la emancipación del poder económico de las burguesías europeas emergentes y la decadencia del poder aristocrático, se reorganiza allí lo referente al poder, y se prepara la emancipación y el crecimiento del capital, en dirección hacia África, Oceanía y América. La primera referencia del término “clase” aparece en un informe abreviado de La Universidad de París publicado en 1517. Aparte de exhortar a los lectores a seguir el modo de vida y de enseñanza ya practicado en París, el primer precepto describía la planificación del colegio adecuado: "Debería contar, al menos, con doce clases o pequeñas escuelas, según las exigencias de lugar y auditores" (Gouler, R. Compendium on the University of Paris. Filadelfia, 1928, pp. 100-101). Es evidente que tanto “clase” como “escuela” son nociones con idéntico significado.
Esto pone a pensar sobre la necesidad de elementos de control y administración para la concreción corporativa, en otras palabras, la Universidad como corporación debe crecer conceptualmente, hacerse portátil, versátil, y como institución naciente que reproduce la estructura de poder religioso, debe participar como punta de lanza en la colonización de los nuevos espacios de desarrollo económico y social. Los conceptos de “clase”, “currículum”, entre otras nociones y prácticas, participan en una segunda colonización, la de la corporación educativa, la misma que configura la ideología, la portadora de la educación como forma de la ideología dominante.
Inicialmente, en la edad media, la escuela como formación organizada era realmente laxa, no estaba concebida bajo los criterios de estabilidad o permanencia, no había una noción de ingreso, de prosecución, de egreso, en sus inicios, tales conceptos no existían, la unidad sobre lo educativo se origina específicamente en los conceptos de “clase” y de “currículum”, la génesis de tales conceptos está íntimamente ligada a la necesidad de unidad estructural como exigencia del avance del capitalismo mercantil, con su punto más álgido durante los siglos XVI y XVII, cuando el fenómeno de la universidad como presencia política corporativa tiene ya espacios de poder propios.
La necesidad de optimizar y estructurar a lo interno de la universidad como institución corporativa debe ponernos a pensar sobre la utilidad de tal aporte conceptual, sobre qué elementos de carácter administrativos, cuáles necesidades operativas, movidas indiscutiblemente por un espacio de poder, se están poniendo en juego. Es necesario anticipar un escenario de dinámica política para poder salirnos de explicaciones tontas e ingenuas. La noción de “clases” para la estructuración del funcionamiento de la corporación universitaria genera a su vez necesidades de gestión, de control, claridad sobre procesos, en fin, necesidad de articulación interna, a la sazón del siglo XVI se da respuesta a esta problemática. En dicho espacio histórico es que aparece por primera vez el término “currículum” en un documento educativo.
Considerado como la primera referencia del término, el Oxford English Dictionary, localiza la primera fuente del "currículum" en los registros de la Universidad de Glasgow, de 1633. La palabra aparece en un documento de graduación otorgada a un maestro, redactado en un formulario que, como se expresa en la reimpresión del siglo XIX, se había promulgado "poco después" de la reforma de la Universidad realizada por los protestantes en 1577. Las razones de este inicio deben poder ponerse a tono con el contexto histórico, ¿Debe considerarse como un dato significativo? Algunos opinan que el origen escocés del editor del OED haya silenciado su aparición en otros documentos, otros señalan la aparición del término en los registros de la Universidad de Leiden, en Holanda, a finales del siglo XVI.
Una interesante conexión entre las universidades de Glasgow y Leiden es que al final del siglo XVI estaban muy influidas por las ideas calvinistas, la fundación de Leiden estaba relacionada con la formación de predicadores protestantes y la reorganización de Glasgow, mencionada anteriormente, en la misma época obedecía a las mismas intenciones. De esta manera quedan relacionados históricamente el protestantismo, el calvinismo y la consolidación de la universidad como corporación multinacional. Una revisión superficial sobre el fenómeno de la reforma protestante que significó el calvinismo nos pone en contacto con elementos interesantes que los vinculan con las poderosas burguesías emergentes. El calvinismo reivindicaba al trabajo, no por placer, sino por considerar al oro y a la plata como “criaturas” a las que se les puede dar “un buen uso”, son además los calvinistas los que “legalizan” el interés monetario dentro del cristianismo el cual en el pasado no estaba permitido.
Las conexiones históricas que surgen en una no muy profunda investigación sobre el concepto de “currículum” nos ponen en contacto con un evento educativo: la consolidación de la educación como mercancía, la visión portable y repetible de, en un futuro, un innegable instrumento ideologizador que será la punta de lanza del proceso de acumulación originaria del capital y de la barrida genocida y saqueadora europea, una forma dialéctica histórica vista como concreción del pacto entre aristocracia e iglesia que salta el océano hasta la América de Norte, en el umbral de la muerte del feudalismo como forma rentable de producción.
No es de extrañar, como muchos autores críticos señalan, la importancia de la influencia norteamericana en la concepción moderna del currículum, donde se nutre de las visiones pragmáticas y funcionalistas como fundamentos filosóficos de la visión fordista-capitalista. La adecuación entre la educación y el empleo de la fuerza de trabajo en las fábricas constituye el siguiente paso en una línea histórica de desarrollo que comenzó siglos antes y que debe ser incorporado como elemento histórico explicativo en la actual diatriba política.
El Currículum Bolivariano: Acción Anticapitalista y Antiimperialista
Las líneas anteriores podrían aportar, sino nuevos elementos a la discusión, al menos más fortaleza desde el recurso a lo histórico como fundamento de la propuesta bolivariana. El currículum deja de ser así un simple proyecto, carrera, línea de vida, pautas de acción, entre otras definiciones ingenuas y comienza a tomar forma de espacio de acción capitalista e imperialista sobre el que hay que actuar en sentido contrario, desmontando los elementos que lo hacen una visión mercantil de la educación, un instrumento de acción invasora, anticultural, de exclusión y de pacto con el capital y la empresa.
La pugna por el acento de inclusión, de creatividad, de auto-reconocimiento, de visión sistemática, entre otros valores socialistas y el descenso en el tono de la prioridad por contenidos, la expulsión tanto de la excelencia histérica como de la rigidez, la incorporación de nuestros pensadores pedagogos y actores de nuestra historia, la visión de la educación como un servicio público y el avance en eliminar su carácter de espacio generador de riqueza para quién la controle, son todos elementos tributarios de la lucha entre la visión mercantilista de la educación y el avance de un estado socialista en dirección de ocupar con visión de utilidad social lo que antes era libre terreno para la rapiña chupa-sangre.
Desde la perspectiva que se plantea se deja de lado cualquier tipo de salida “acuerdista”, no es un pacto, el currículum no es un contrato social, no es un espacio de encuentro donde todos empujaremos hacia un futuro mejor, es un espacio de conflicto político en el que hay que participar desde los logros de una visión socialista y comunista de la sociedad.
El currículum como instrumento histórico al servicio del capital y del imperio es tanto una forma mercantil de la educación como un arma de penetración destructora de soberanía, desde esta perspectiva, la propuesta Curricular Bolivariana debe asumirse como una respuesta dialéctica desmontadora del discurso conservador y reaccionario, con toda la claridad y seriedad para asumirla como una acción política anticapitalista y antiimperialista.
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