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Exceptuando unos pocos capítulos, todos los apartados importantes de los anales de la revolución de 1848 a 1849 llevan el epígrafe de ¡Derrota de la revolución!

Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios, resultado de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino sólo una serie de derrotas.

En una palabra: el progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino, por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario.

Demostrar esto es lo que se proponen las siguientes páginas.

Karl Marx, La lucha de clases en Francia



"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"






sábado, 1 de agosto de 2009

Elementos para la construcción de un concepto de dialéctica. Tercera parte


Vamos a poner en escena, desde una perspectiva de exposición dialéctica, al Currículum como Concepto, esto es, considerando al Concepto como una herramienta concreta, como unidad de la práctica y la teoría, vamos a tratar de desprendernos de las definiciones con apariencia neutra, y centrarnos en un esquema de Histórica, en un movimiento con ritmo a ratos de deriva, pero con un fino hilo de continuidad que resalta en un mar de rupturas, a tal respecto haremos referencias a anteriores escritos, en los cuales acariciamos algunas nociones en estrecha relación con otras problemáticas políticas, como por ejemplo, la Reforma como complejo proceso político a concretarse en Venezuela, la Educación Popular, el Concepto de Universidad, entre otros. Agradeceríamos el recurso a los escritos mencionados con el fin de poner en evidencia el énfasis en la coherencia y la sistematizable continuidad del trabajo como dos formas de esfuerzo distintas y orgánicamente unidas.

El proceso macro, abarcante y con pretensión de totalidad y de sistema, es el de la construcción de una herramienta conceptual que nos permita el abordaje de problemáticas concretas, al respecto, invito a leer, previas disculpas, los artículos publicados en Aporrea http://www.aporrea.org/ideologia/a48548.html, donde se plantea la noción de concepto en función de la noción de unidad, y http://www.aporrea.org/ideologia/a48609.html, con una aproximación a la idea de la “Histórica” como esquema organizador de la realidad. Como ejemplo de un problema concreto en http://www.aporrea.org/actualidad/a45196.html se hace referencia a una propuesta de crítica histórica a la razón constitucional en el marco del proceso de Reforma Constitucional.

El objetivo, no es filosófico, aunque recurre a la filosofía como a una gran cantera de analogías y metáforas. De aquí se desprende una valoración del pensamiento que pretende sistema absoluto. Desde una postura marxista y con directa referencia a la última de las Tesis sobre Feuerbach escritas por Marx, acompañamos la necesidad de transformar la realidad, que es la misma emergencia por el hombre y la mujer prácticos, fundamentos de un avance hacia un socialismo y un comunismo como proceso de emancipación humana. Tampoco está circunscrito exclusivamente al ámbito pedagógico o al académico, a pesar que pretende impactar a la maraña de indefinición que encierra al concepto de Currículum y disolver la aparente indiferencia de dicho constructo ante la realidad política, descontamos así posibles objetivos del trabajo, sólo para centrarnos en la principal meta: proyectar el conflicto actual sobre el currículum en el plano de la lucha clasista y el desenmascaramiento de los avances de las críticas reaccionarias, es así entonces, el presente trabajo, un documento político.


Sobre dos formas de confusión en torno a lo histórico

Al igual que en otros escritos, se llama la atención sobre dos formas de confusión, la primera, la ingenua, pretende, entre otras ideas, la apariencia históricamente estable y despolitizada de la práctica educativa, son realmente dos confusiones –estable y apolítica-, se defiende desde allí a la neutralidad del aula y de la academia, el aparente avance de la idea de despolitización de ciertos espacios como consecuencia del desconocimiento de las formas de cambio histórico-político. Lo anterior esta relacionado en sí con el avance de la segunda fuente de confusión, la reaccionaria, ésta es la voz de la ocultación, detrás de la paralización de la historia se halla la falsación de la realidad, la desconexión entre la Historia y las principales fuerzas sociales, a primera vista, preparan el terreno del engaño: El proyecto político de la despolitización y la conservación. Dicha fuente de confusión, tiene las mismas voces de quienes hacen fricción contra los avances populares, no es casual entonces la pléyade de agentes políticos de la reacción venezolana e internacional opinando y creando caos en torno a un concepto hasta hace poco exclusivo del discurso pedagógico.

Es necesario detenerse un momento sobre esta diferencia. La ingenuidad como fuente de confusión, no es determinante en el conflicto histórico en el que estamos envueltos, por lo menos no lo es de primer grado, sin embargo, la reaccionaria, es decir, la ocultación y confusión llevada a cabo como programa político de los privilegiados del capital, de los detentores de privilegios de clase, es el objetivo principal de la reacción en el conflicto entre ideología y conciencia. Un elemento ideológico al servicio de este programa político reaccionario es la concepción de la permanencia y la estabilidad de ciertos conceptos a lo interno de las transformaciones sociales e históricas. En otras palabras, la particular noción de estabilidad, de permanencia ahistórica de ciertos conceptos, es una herramienta para la concreción del programa reaccionario, fundamentado en la confusión y la distorsión.

La noción de estabilidad tiene dos perspectivas, en una, las ideas o los conceptos tienen su fortaleza en su inmovilidad, su ausencia de movimiento, su legitimidad política, su inmunidad a la crítica la tienen en su antigüedad, son una tradición, si así ha sido “. . . desde hace siglos, por qué debe cambiar”, tales argumentos son propios de una lógica política bien determinada, la visión de la conservación como programa es el culto a lo petrificado, Ser es ser inmóvil. La otra noción de estabilidad, estabilidad como forma de legitimar un concepto a lo interno de una diatriba política, es la de la “evolución” sin creación, es el movimiento con un telos absoluto e inmóvil, un avance sin caminos alternos, es el devenir sin creatividad, es como ver una y otra vez una película donde los actores están atrapados en sumirse en el inevitable final, nadie puede ni debe intervenir en lo que tiene un fin último, Ser es moverse hacia lo inmóvil.

Todas estas nociones tienen su equivalente social y su presencia mediática tanto en la anterior concepción de la Sociedad Civil distribuida en la acción conservadora de ciertas organizaciones gremiales, Ong´s y medios de comunicación, las cuales pretenden vigilar al cambio y a quienes gustan cambiar, como en el fundamento de las filosofías individualistas que recurren a la angustia que el individuo solitario siente por lo móvil, “Con mi ausencia de movimiento no te metas”, todo un programa de acción política centrado en la defensa de lo estable, la reacción es más que un simple y poético pastor de estatuas.

La noción de estabilidad en sus dos vertientes de la que deriva la noción del “acuerdismo” como parte del programa político reaccionario es tributaria del conflicto de clases que se intensifica en nuestra América Latina, esta revestida de corazas morales que la hacen distraer de los esfuerzos críticos y lejos de ser inocua, se halla plasmada en el discurso de la oposición reaccionaria como principal herramienta de engaño.

La noción ingenua ni siquiera se estructura como un discurso coherente, es más bien una idea floja, están los ingenuos, como aquel pintor, perdiendo la escalera y colgando de la brocha. La confusión creada en torno a lo histórico como el movimiento de lo social nos encierra en una práctica ingenua, nos paraliza en una pseudoconcreción (Kosic) de la participación política con la impresión de cuidar a lo estable como si fuera lo seguro, la misma confusión a lo interno de la actividad pedagógica nos atrapa en un salón de espejos, por donde caminamos, como dice Nietzsche, orgullosos pero con la nariz torcida.

Un intento de reconstrucción genealógica en dos partes

Primero

El objetivo de desenmascarar lo que se esconde tras la problemática del Currículum Bolivariano, nos obliga a un pequeño intento de reconstrucción genealógica del concepto de currículum. La intención es agregar elementos de explicación presentes en el movimiento histórico del concepto, sin olvidar, lo repetiremos mil veces, que un concepto es un elemento histórico de carácter práctico, es una herramienta con arraigo social y político y responde por tal motivo a intereses y necesidades históricamente determinadas.

Una revisión de la aparición del término “currículum” en el discurso pedagógico nos pone en contacto con eventos interesantes, donde las conexiones más ingenuas echan luz sobre antiguos intereses relacionados con emergentes poderes económicos y políticos durante la edad media. El marco obligado: la concreción de la universidad como corporación, que según reseñas de ciertas historiografías, fueron “administradas” unas por estudiantes (Universidad de Bolonia), otras por profesores (Universidad de París). Tratar de insuflarle a estas interpretaciones algo de vida dialéctica, esto es, la identificación de antagonismos dinámicos que nos alejen de la violencia de emplear conceptos modernos como “estudiantes” o “profesores” para nada pertinentes en esa época, significa reconstruir una Histórica de la situación política, de la clarificación de la tensión de poderes, esto significa sacar a la universidad como concepto moderno de su corral de ingenuidad, de su “eterna” e inmutable tarea de “buscar conocimiento”. Esta búsqueda de origen nos pone en contacto con la crisis del poder feudal y con la conformación de las autonomías locales, las Comunas, a finales del siglo XI.

Las denominaciones “profesores”, “estudiantes”, no se refieren a nada parecido a lo que actualmente se maneja, tal denominación es una violenta reducción. Durante dicho momento histórico el conflicto entre la naciente autonomía de las comunas, en manos de feudatarios, y las posteriormente reconocidas autonomías de las corporaciones universitarias, vinculadas al poder de la iglesia, son el fenómeno europeo más importante que en un futuro será profunda causa en la conformación del concepto moderno de Estado y será de decisiva influencia en el fortalecimiento del proceso de mundialización de capital que hoy tiene sus signos en el fenómeno globalizador. La pugna entre la iglesia, la aristocracia y el emergente poder económico burgués son factores de transformación social y política que configuran en el tiempo la actual estructura universitaria y tienden líneas de explicación respecto a los actuales intereses contrarrevolucionarios.

No es difícil ubicar en la misma línea de expansión imperial británica junto a la respuesta dialéctica del decadente imperio español ante la pérdida de sus posesiones ultra-marinas a las tempranas universidades latinoamericanas, donde, aún después de la colonia, seguían siendo bastiones del pensamiento escolástico como consecuencia de una histórica alianza con el poder imperial como respuesta al poder capital emergente. La revisión histórica de la aparición de ciertos conceptos en el discurso escolar y académico, muestra la especial coherencia de estos con la creciente complejidad del sistema capitalista desde sus inicios mercantilistas a comienzos del siglo XV hasta inicios del siglo XX.

En la misma línea podemos ubicar a la universidad venezolana, en el siglo XIX, donde se consideraban como profesiones únicamente a los estudios de derecho y a los de medicina, sin ignorar los estudios teológicos. En este marco es posible valorar la reforma de los estatutos en 1827 como un paso en la incorporación de la universidad a la construcción de la República, esto es, una reforma con carácter político con repercusiones académicas, y no al revés. De forma similar situamos a la Reforma de Córdova en 1918 en la misma línea, motivada ésta principalmente por la desconexión entre las castas políticas de entonces y los estudiantes egresados universitarios pertenecientes a la burguesía autóctona emergente.

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