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Exceptuando unos pocos capítulos, todos los apartados importantes de los anales de la revolución de 1848 a 1849 llevan el epígrafe de ¡Derrota de la revolución!

Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios, resultado de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino sólo una serie de derrotas.

En una palabra: el progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino, por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario.

Demostrar esto es lo que se proponen las siguientes páginas.

Karl Marx, La lucha de clases en Francia



"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"






sábado, 1 de agosto de 2009

Elementos para la construcción de un concepto de dialéctica. Segunda parte



La condición para que exista un sistema filosófico es que sea vacío, o sea, que explique el mundo olvidándose del mundo.

(Silva, 1975, pág. 176)

El esquema de la Histórica

Summa summarum para seguir

Retomando lo abarcado anteriormente, para dar el siguiente paso. Las nociones de “unidad” y de “antagónicos históricos” son a nuestro parecer, centrales al asunto de construir un concepto de dialéctica que funcione como arma de crítica, de construcción colectiva del socialismo y el comunismo, y en su justa medida, herramienta para la Revisión, la Rectificación y el Reimpulso propuesto por nuestro presidente líder. Podemos decir en relación a la construcción que se intenta, que tiene dos compromisos, el primero, con la pretensión del logro de conciencia de la clase trabajadora y explotada, lo que hermana el esfuerzo con formas colectivas de construcción y para el desarrollo de lo teórico y práctico para una especificidad clasista; y el segundo, con un apego a la realidad de la manera más radical y profunda posible, y con la intención del logro de la disciplina en el análisis y la síntesis de la realidad como una totalidad dinámica y cambiante.

Por otra parte, es necesario despojar a la noción de dialéctica de su ropaje lógico-metafísico, por ser totalmente ajeno a la visión social-histórica de Marx, la dialéctica, a partir de Marx, es la consecuencia más elaborada de los esfuerzos humanos, colectivos y humanistas de dar cuenta de lo real y del avance de las fuerzas socialistas y comunistas en contra de la rapiña propia del sistema capitalista, y es en ese sentido, un producto histórico, no un concepto metafísico. Por lo anteriormente expuesto, tomamos distancia de las llamadas “leyes de la dialéctica”, formas lógico-metafísicas absolutas que nada tienen que envidiarle a los dogmas de la escolástica medieval. Citamos lo dicho por Marx en el Prólogo a la Primera Edición del Capital: “En el análisis de las formas económicas de nada sirven el microscopio ni los reactivos químicos. El único medio de que disponemos, en este terreno, es la capacidad de abstracción” (Marx, 1975, pág. XIII), para poner énfasis en una definitiva diferencia entre lo ahistórico propio de las construcciones metafísicas, en contraste con la provisionalidad dinámica de las construcciones abstractas ceñidas a la realidad. La propuesta entonces es comenzar desde unas nociones generadoras que posibiliten organizar y actuar sobre lo real, seguimos en esa construcción.

En la primera parte, citando a Ludovico Silva, hicimos tangencia con una primera aproximación a una noción de la dialéctica, la concibe Ludovico, interpretando a Marx, como un método de exposición de la estructura capitalista (Silva, 1975, pág. 36), un método de exposición necesario para dar cuenta de la peculiaridad de las relaciones a lo interno del sistema capitalista. Cuando revisamos la noción de unidad, y nos topamos con la propuesta aristotélica, pudimos realizar el experimento –creemos que es necesario hacerlo- de proyectar sobre dichas posibilidades lo que la experiencia nos informa sobre nuestras propias nociones de unidad. Vamos por un ejemplo.

Si queremos estudiar el problema urbano de los Buhoneros, propio del centro de nuestra sufrida Caracas, necesitamos tener a la mano elementos que vayan mucho más allá de la simple incomodidad que nos causa caminar por el centro, más allá de la evidente profundización de fenómenos como la inseguridad, el caos vehicular, la conflictividad con los comercios “legales” que hacen frontera en las aceras, entre otros. El problema nos remite a una profundización y un estudio de las relaciones de producción locales, las cuales no son similares a las primordiales en la época de Marx, pero que hoy, a la luz de los procesos económicos, políticos y sociales propios, desembocan en la problemática mencionada. Conceptos como “economía informal”, “desempleo”, entre otros, pierden su vigencia, se desinflan como herramientas explicativas, pero comienzan a erigirse como armas ideológicas reaccionarias, pasan de la imposibilidad explicativa ingenua a la intencionalidad ideológica reaccionaria. Podemos hacer un intento gráfico, una simple analogía, sencilla: si imaginamos una mano gigante que, de acuerdo al pensar de muchos, tratara de arrancar a los buhoneros de una principal avenida del centro, la Av. Universidad, por ejemplo, podríamos ver hilos, imaginarios claro, que extenderían la tensión hacia diversas direcciones, hacia los comercios aledaños, hacia personas particulares, hacia los establecimientos bancarios cercanos, en fin, el entramado unido a la problemática del buhonerismo, si podemos despertar de la visión paralizante analítica, abarca nada más y nada menos que toda la estructura económico-social del casco central de nuestra querida Caracas.

Podemos decir que dicho tipo de unidad se asemeja a la que Aristóteles denomina “unidad de una totalidad continua”, algo así como un organismo, es decir, el problema del buhonerismo esta articulado “orgánicamente” con un no-evidente-a-primera-vista sistema económico-social-histórico del centro de Caracas. No pretendemos con esto resucitar al viejo Aristóteles, pero si poner en claro, la utilidad de ciertas nociones teóricas ajenas, las cuales hacemos propias, y si bien respetamos al viejo estagirita, somos más respetuosos de la verdad.

Lo que entendemos como histórica

Cuando mencionamos el deslinde de visiones lógico-metafísicas estamos tras el privilegio de formas explicativas histórico-económico-sociales, por eso no podemos hablar de “contradicciones”, noción que arrastra toda la petrificación del cálculo lógico; preferimos la noción de “antagónicos históricos”, tomando en cuenta, en el caso del buhonerismo, por ejemplo, que dichos pares antagónicos, como podrían ser, por ejemplo, el beneficio del capital y el salario, los cuales tomarán formas diferentes en el caso mencionado de los respectivos conceptos a lo interno de una fábrica, son antagónicos en la misma medida en que la existencia de uno presupone, históricamente, la del otro. Es así como los términos usados tienen su actualización en el marco histórico al que pertenecen.

Podemos agregar, a las nociones iniciales de “unidad” y “antagónicos históricos” un tercer elemento, derivado de la discusión sobre las mismas, llamado la histórica. La relación entre una histórica y la historia es la similar a la que hay entre una problemática y el problema, hay un aterrizaje de elementos explicativos, una conexión de diversos tópicos, una articulación de hechos, de contenidos teóricos y prácticos, un alcance a diversas totalidades, unas más amplias que otras. La histórica es un correlativo organizador de la totalidad de una problemática, donde no se pierde de vista ni al problema, ni a la historia, es el espacio de construcción colectivo trans e interdisciplinario de articulación de conocimientos en torno a una problemática. He aquí un elemento de carácter epistemológico privilegiado principalmente por la necesidad política y social de construir nuestro socialismo y nuestro comunismo; no es la epistemología como razón fundamental para el avance social, es justamente lo contrario.

Si observamos las incipientes nuevas formas de organización social presentes en nuestra realidad venezolana y latinoamericana, podemos precisar como el movimiento de creación de conciencia ocupa posiciones acordes con la necesidad de unidad entre teoría y práctica. El caso de las mesas de trabajo sobre educación, comunicación, servicios públicos, propiedad de la tierra, vivienda, entre otros; la conformación de los Consejos Comunales, organizaciones de producción y de distribución de alimentos, cooperativas de transporte, de construcción, entre otras, son el espacio de acción que genera choque con lo conocido y lo que hay que conocer. El estudio de una problemática, la identificación de elementos antagónicos articulables con las propiedades de nuestro sistema capitalista, son coherentes con una dinámica de avance sobre espacios de conflicto, con nosotros mismos y con las fuerzas reaccionarias, contra nuestra ingenuidad y contra la ideología, la unidad histórica de lo que parece –el fenómeno- y lo que es –la esencia.

Hacemos referencia a una idea dejada en el camino, pero que significó un primer contacto con una noción de dialéctica: un método de exposición, y leamos que dice Marx en el Postfacio a la Segunda Edición:

Claro está que el método de exposición debe distinguirse formalmente del método de investigación. La investigación ha de tender a asimilarse en detalle la materia investigada, a analizar sus diversas formas de desarrollo y a descubrir sus nexos internos. Sólo después de coronada esta labor, puede el investigador proceder a exponer adecuadamente el movimiento real. Y si sabe hacerlo y consigue reflejar idealmente en la exposición la vida de la materia, caber siempre la posibilidad de que se tenga la impresión de estar ante una construcción a priori. (Marx, 1975, pág. XXIII)

Llama la atención éste doble momento de la investigación histórico-social, pocos son los autores que han señalado esta diferencia, uno de ellos, el profesor Ludovico Silva. Marx, lejos de cometer el error animista, metafísico, de decir que la dialéctica es un Deus ex machina, una deidad surgida artificialmente, lo coloca, en un justo lugar, como la expresión del movimiento real. Sin pretender reducir a lo dialéctico a una simple “forma expresiva”, se logra la desacralización de un concepto que brinca irresponsablemente y zigzaguea como un saltamontes impredecible, la forma de expresión es correlativa a un movimiento de lo real, pero un movimiento que se pone en evidencia única y exclusivamente a la luz de la investigación humana, a los ojos del hombre y la mujer prácticos, es así, escenario de la búsqueda revolucionaria.

En este contexto definimos a la histórica, como un simple esquema al servicio del estudio y la reflexión para la acción revolucionaria, debe escudriñar las reales conexiones entre los elementos concretos en torno a una problemática. No puede ser una construcción a priori, no es una fórmula individual, tiene más bien que formar parte de un colectivo organizado para el estudio y la lucha, tiene que dejar al descubierto formas de desarrollo, nexos internos. Hay una cantidad impresionante de literatura inservible sobre el concepto de dialéctica, inservible porque deja de lado el carácter colectivo y transformador del concepto, el concepto que proponemos construir de dialéctica, unidad entre teoría y práctica, derivado de nuestra interpretación marxista, debe tener existencia social, debe ser sometido al escrutinio de la discusión revolucionaria transformadora.

La noción de “sistema” en Marx

Vamos a revisar la noción de “sistema” en Marx, para poder dar un poco más de especificidad a nuestra noción de histórica. Escribe Ludovico Silva “En Marx, el vocablo sistema significa algo muy específico y concreto. Significa, ni más ni menos, teoría general de la historia” (Silva, 1975, pág. 177), esto nos pone en contacto –nuevamente- con la noción clave a lo interno del pensamiento marxista: La Historia. En el momento de lo que Marx denomina, en la cita de arriba, “método de investigación”, se recolecta el material de estudio, los datos empíricos y se establece una organización del mismo según un orden principalmente histórico, esta es una necesidad a lo interno de nuestras luchas populares, organizar los elementos de estudio en torno a problemáticas históricas.

La histórica debe poder constituirse como una herramienta de sistematización propicia para el momento de investigación en torno a una problemática. Al respecto, encontramos un documento producido por Carlos Lanz, sobre el que las dificultades de citar no nos detienen a lo hora de hacerlo referencia, escribe el profesor Lanz:

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