En este sentido podremos señalar la distorsión de la doctrina internacionalista de Lenin, en tanto Ho-chi- mihn se refiere a Lenin como “un patriota”, es de este modo que Ho Chi Mihn rompe con las ideas internacionalistas de marx “los obreros no tienen patria” y de la lucha de Lenin contra los traidores de la II internacional que apoyaron la rapiña imperialista de la primera guerra mundial.
Al día de hoy podemos ver las consecuencias nefastas del estalinismo en Vietnam, dado que mientras los funcionarios del partido Comunista de Vietnam ganan al menos 80 veces más que un obrero agrícola, el 50% de la población padece de hambre mientras su país es el primer productor de arroz a nivel mundial, esto sintomatiza dos cosas.
1. El estado parasitario de la burocracia del PCV (Partido Comunista de Vietnam)
2. La necesidad de una revolución política de tipo socialista en Vietnam que recorra toda Indochina, Asia Central, África y el resto del mundo por un reparto de todos los medios de producción hasta el fin de la explotación burocrática y capitalista en cada uno de los países, al parecer (y lo es) se trata de una tarea difícil, sin embargo la historia de la humanidad está compuesta de incesantes cambios físico-químicos y sociales que a primera vista son cíclicos, pero que pueden ir en dos sentidos, avance y retroceso, he aquí la dualidad dialéctica de las cosas. En los dos pasados milenios, vimos la caída del sistema esclavista donde el cristianismo y el movimiento de Moisés jugaron un papel tremendamente revolucionario, posteriormente fuimos testigos de la caída puntuada mediante grandes revoluciones del régimen feudal a través de guerras campesinas y las revoluciones burguesas del siglo XVIII, el siglo XX fue el siglo de las revoluciones socialistas que fueron degenerando a partir de la fuerza de la contrarrevolución, sin embargo debemos saber que de la historia se aprende, los cambios culturales se dan de una generación a otra, a partir de estas lecciones podremos vivir nuevos procesos revolucionarios (como los acontecidos en la mayor parte de Europa, Asia, América Latina y parte de África durante el siglo XX), a quienes toman el marxismo como un dogma religioso destruyendo todo su contenido revolucionario, les contestamos:
La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa por el pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido. Allí, la frase desbordaba el contenido; aquí, el contenido desborda la frase. Karl Marx, el 18 brumario de Luis Bonaparte.
Karl Marx, el 18 brumario de Luis Bonaparte.
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