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Exceptuando unos pocos capítulos, todos los apartados importantes de los anales de la revolución de 1848 a 1849 llevan el epígrafe de ¡Derrota de la revolución!

Pero lo que sucumbía en estas derrotas no era la revolución. Eran los tradicionales apéndices prerrevolucionarios, resultado de relaciones sociales que aún no se habían agudizado lo bastante para tomar una forma bien precisa de contradicciones de clase: personas, ilusiones, ideas, proyectos de los que no estaba libre el partido revolucionario antes de la revolución de Febrero y de los que no podía liberarlo la victoria de Febrero, sino sólo una serie de derrotas.

En una palabra: el progreso revolucionario no se abrió paso con sus conquistas directas tragicómicas, sino, por el contrario, engendrando una contrarrevolución cerrada y potente, engendrando un adversario, en la lucha contra el cual el partido de la subversión maduró, convirtiéndose en un partido verdaderamente revolucionario.

Demostrar esto es lo que se proponen las siguientes páginas.

Karl Marx, La lucha de clases en Francia



"Primero vinieron a buscar a los comunistas, y yo no hablé porque no era comunista. Después vinieron por los socialistas y los sindicalistas, y yo no hablé porque no era lo uno ni lo otro. Después vinieron por los judíos, y yo no hablé porque no era judío. Después vinieron por mí, y para ese momento ya no quedaba nadie que pudiera hablar por mí"






lunes, 9 de noviembre de 2009

Ese decreto viene de un aprendiz de déspota



Por Martha Elvia García García y Daniel Solorio Ramirez

1. Introducción.-


La Ley Federal de Empresas Paraestatales (artículo 16) concede poderes al presidente para “… extinguir …” empresas públicas “incosteables”, pero omite toda referencia a los trabajadores de esas empresas. No obstante esa omisión no puede significar que el presidente pueda actuar como si esos trabajadores no existieran, o como si no tuvieran derecho alguno. Esa aplicación literal y unilateral del citado 16 rompe con todo el orden jurídico nacional. Esa literalidad significa actuar como si los trabajadores no fueran sujetos, sino objetos. Como si fueran cosas y no personas. Aplicar literalmente ese artículo 16 significa olvidar que los trabajadores son personas. Sujetos de derechos y no objetos. El ¨…haiga sido como haiga sido…¨ no parece saberlo. Le estorbaría para llevar a cabo sus planes siniestros.

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