A primera vista, una mercancía parece ser una cosa trivial, de comprensión inmediata. Su análisis demuestra que es un objeto endemoniado, rico en sutilezas metafísicas y reticencias teológicas. En cuanto valor de uso, nada de misterioso se oculta en ella, ya la consideremos desde el punto de vista de que merced a sus propiedades satisface necesidades humanas, o de que no adquiere esas propiedades sino en cuanto producto del trabajo humano. Es de claridad meridiana que el hombre, mediante su actividad, altera las formas de las materias naturales de manera que le sean útiles. Se modifica la forma de la madera, por ejemplo, cuando con ella se hace una mesa. No obstante, la mesa sigue siendo madera, una cosa ordinaria, sensible. Pero no bien entra en escena como mercancía, se trasmuta en cosa sensorialmente suprasensible. No sólo se mantiene tiesa apoyando sus patas en el suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las demás mercancías y de su testa de palo brotan quimeras mucho más caprichosas que si, por libre determinación, se lanzara a bailar [40]. [41]
Karl Marx, El Capital, Tomo I.
http://www.ucm.es/info/bas/es/marx-eng/capital1/1.htm
El carácter fetichista de la mercancía
http://articulos-boletin.blogspot.com/2010/02/el-caracter-fetichista-de-la-mercancia.html
... En la mayor parte de los casos, el ser social determina la conciencia
Ver también:
Medios de comunicación y revolución
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deja un comentario